Me declaro cría singular
del febril prodigio procreativo,
fruto de un ardiente furor degenerado.
En estos casos tres son compañía
y dos, multitud.
Deberíamos agotar todos los recursos.
Nada de pan, nada de agua.
Seamos un muro
de magia gris, subdesarrollada.
Y con nuestro masculino vigor
levantemos un dedo
para proclamar,
en esta isla de barro,
la más ideal de las doctrinas.